Su objetivo fue crear una sensualidad que se viviera en la cotidianidad, una que no adornara, sino que revelara. La colección fue pensada para una mujer que aprecia la belleza de lo esencial y que habita el espacio urbano con confianza y naturalidad.
El reto consistió en traducir esta elegancia arquitectónica al lenguaje de la moda. Utilizando una paleta atemporal de blanco y negro, la diseñadora desarrolló prendas con una precisión casi arquitectónica. Cada silueta fue esculpida para abrazar el cuerpo sin esfuerzo, reflejando el principio de "menos es más" en cada corte. Su principal desafío fue lograr que esta visión se sintiera fluida, cómoda y perfecta para el movimiento diario.
El resultado final es una colección que honra la simplicidad. Piezas que celebran la feminidad desde la autenticidad y el bienestar, demostrando que la sensualidad no es una pose, sino una actitud: una construcción sólida, tan elegante y atemporal como la arquitectura que la inspiró.